Musulmana encuentra a Jesús huyendo de Siria

En medio de la dura realidad que las personas viven en Siria, Jesucristo se hace presente por medio de su Iglesia

Puertas Abiertas • 16 may. 2020


Alya huyó de Siria en busca de seguridad y encontró a Jesucristo

Alya huyó de Siria en busca de seguridad y encontró a Jesucristo

Alya* es una cristiana secreta que encontró a Jesús mientras buscaba un lugar seguro para vivir con sus cinco hijos en Siria. Casada a los 13 años con un hombre de 40 años, la mujer observó los preceptos de la religión islámica mientras vivía en la ciudad de Deir Ez-Zor. Pero en 2012, ella y su familia tuvieron que huir a Raqqa, que todavía estaba bajo el dominio del gobierno del país. Sin embargos, dos años después, el Estado Islámico reclamó el territorio como su capital y desde entonces las cosas comenzaron a cambiar por completo.

La familia de Alya no pudo escapar de la ciudad y tuvo que adaptarse a las costumbres de los radicales islámicos, como el uso de túnicas negras para cubrir completamente sus cuerpos. La aparente preocupación por la moral no consiguió ocultar los asesinatos cometidos por los extremistas. “Vimos muchas cosas terribles. Cabezas de personas colocadas en los alambres de púas y costales llenos de cabezas humanas. Un día, cuando me dirigía a una tienda, vi una multitud de personas reunida y cuando me acerqué pude ver lo que sucedía: estaban decapitando personas”, recuerda Alya.

Una víctima del Estado Islámico en casa

En este período, la familia ya no tenía bienes ni dinero, y su angustia aumentó cuando perdían contacto con uno de los hijos. "No sabíamos nada de él, luego descubrimos que había muerto. Él estaba dentro de un autobús que fue bombardeado", dice. Sin embargo, en 2016, la situación de Alya y sus hijos se volvió insostenible, cuando uno de los radicales vio que una de sus hijas no estaba complemente ‘cubierta’. Entonces, se quejaron del "mal comportamiento" de la joven y le pidieron que se presentara al grupo al día siguiente.

Alya temía por el futuro de su hija, por ello, reunió el poco dinero que tenía y se escapó con su familia a Damasco. El destino final era Qamishli, allí tenía una hermana y uno de sus hijos podía estudiar. Cuando desembarcaron en el aeropuerto de la ciudad donde pretendían vivir, todos descubrieron que sus maletas habían desaparecido y el pánico los alcanzó. Sin embargo, un hombre desconocido apareció ofreciendo ayuda. Se presentó como el pastor George Moushi *. Alya se quedó muy desconfiada y rechazó la ayuda del pastor, pero decidió guardar su tarjeta de presentación.

Memoria que trajo esperanza

Al llegar a la residencia de su hermana, la mujer se dio cuenta de que el lugar era muy pequeño para toda la familia y pronto comenzó a buscar otra propiedad para mudarse. En cierta ocasión, un propietario ofreció la propiedad a cambio de favores sexuales. Debido a tal humillación, Alya se sintió muy mal y se enfermó. Sin ningún lugar a donde correr, recordó la tarjeta de presentación y contactó al Pastor George y decidió llamarlo. A través de él, logró encontrar un hogar para la familia y notó algo diferente sobre el líder cristiano. "Vi que el pastor era un hombre honesto y quería saber más sobre su iglesia", revela.

Pronto Alya comenzó a asistir a los servicios y a reunirse con cristianos locales. "Lo que realmente me atrajo fue el pastor, su esposa y su madre. Me ayudaron, me preguntaron cómo estaba y me cuidaron. La iglesia se sentía como una gran familia", dice. Los pasajes de la Biblia que Alya escuchaba en audio la dejaron confundida y, en breve, ella comenzó a hablar con Dios en sus oraciones. Empecé a hablar con Jesús. Me di cuenta de que no era casualidad que viniéramos a Qamishli. Jesús quería que yo estuviera en ese lugar”, concluye.

La familia de Alya notó los cambios en su vida y el hermano que enviaba ayuda financiera detuvo la asistencia. Ella y su esposo comenzaron a recurrir a la iglesia local. “Le dije a Dios: Ahora tú eres totalmente responsable por mí. Como tu hija, solo te tengo a ti. Sin la ayuda de Cristo y la iglesia, no tendríamos nada”, recuerda. Hoy, Alya reconoce que sus ojos fueron abiertos para la vida y espera que otros parientes encuentren a Cristo y sean salvos. "Saber que perdimos a nuestro hijo, me entristece. Pero al descubrir que Dios entregó a su único Hijo por mí, por nosotros, me siento muy bendecida. Nunca fui una persona rica, pero hoy me siento así, porque encontré el verdadero tesoro, uno que no tenía antes", exclamo Alya.

* Nombres cambiados por seguridad.

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