Viviendo a través de la tempestad

En toda África subsahariana, región también conocida como África Negra, ubicada al sur del desierto del Sahara, hay persecuciones violentas. Las casas de los cristianos son saqueadas y las familias quedan en situación de vulnerabilidad y en muchos casos terminan en muertes. Es el caso de una familia cristiana etíope que presenció la muerte de Motumo Kemede*. Su hijo Wasihun* y su hija Bachu* quedaron heridos. La esposa casi entró en desesperación. Ella recibió ayuda de Puertas Abiertas y de la iglesia local. Hanna*, una de las colaboradoras estuvo con ellos en visitas recientes y dio más detalles.

Al llegar a la casa, ella fue recibida cariñosamente por los niños de la familia. Buze* agradeció la visita y las dos se sentaron en un banco, del lado de afuera de la casa para conversar, mientras los niños jugaban. Hace cuatro años que la familia perdió a Kemede. Buze contó que ellos eran los únicos cristianos en su villa y que siempre enfrentaron insultos y amenazas por rehusarse a volver al animismo, principal creencia de las personas de aquel lugar. Aunque Kemede les explicó a los aldeanos que no podían participar de aquellos rituales, ellos no lo entendían, por eso fue asesinado en agosto de 2013, por su dedicación y fidelidad a Cristo.

Según la madre, Wasihun tenía apenas siete años cuando todo sucedió. «»Todos dormíamos al sonido de la lluvia en el tejado y despertamos en medio de la noche cuando una multitud invadió la casa. Uno de los tres agresores entró gritando: ¡agárrenlo! Y entonces arrastraron a mi marido para fuera y lo golpearon hasta no moverse más; después huyeron por la maleza»», recordaba. Nadie respondió a los gritos de la familia, Buze corrió en busca de ayuda y Bachu que tenía 15 años en esa época, quedó cuidando de papá, que intentaba calmarlos, aun cuando estaba herido. Antes de morir, él le dijo a su hija: «»sea fuerte y cuide de sus hermanos»».

En la primera visita del equipo, días después de lo ocurrido, la familia estaba muy abatida. Después del acompañamiento, los colaboradores percibieron mejoras. Wasihun necesitó de más atención, pues él veía al padre como su héroe, de quien se acuerda con mucho amor y nostalgia. A pesar de todo, la familia fue confortada por Dios y recibió amparo, aunque la presión de la comunidad continúa, porque son cristianos. «»Cuando Kemede murió, casi desistimos de todo, pero el Señor dio lo que necesitábamos y nos ayudó a vivir a través de la tempestad con abundancia y comodidad. Ahora tenemos ropa y zapatos, y una vida financiera más estable. Todo lo proveyó Dios para nosotros»», concluyó Buze.

Esta es una de las muchas historias venidas de África subsahariana, donde el cristianismo es rechazado y los cristianos son constantemente perseguidos. Ore por la Iglesia Perseguida.

*Nombres alterados por motivos de seguridad.