Cristianos dejan la fe por la promesa de una vida "mejor" en Etiopía.

Iris vive con su esposo Muluken y sus hijos de cinco y tres años, Senna y Habtamu en una área rural de Etiopía. El padre de Muluken fue el primer seguidor de Jesús en su familia, después de que fue sanado durante una visita a una iglesia protestante. 

Pero él y otros miembros de la familia se negaron a abandonar la antigua fe. Sin embargo, un día la invitaron nuevamente a asistir a un servicio y las cosas cambiaron: “Me leyeron la Biblia y cambió mi vida”, comenta Iris.

Iris llevó a Muluken a la iglesia y, el mismo día, su esposo también decidió seguir a Jesús. “Comprendí quién es el Señor y lo recibí. Dios es la solución para el ser humano, me di cuenta de eso ”, testifica el hombre. 

Cuando la comunidad y la familia se enteraron de las conversiones, el ambiente se volvió hostil con la pareja y perdió todo el apoyo que tenían para criar a sus hijos. “Después de que vine al Señor, me sentí muy humillado. No sólo otras personas se burlaban de mí, sino que mis familiares también me odiaban. Aunque había trabajos por hacer, simplemente estaba desempleado porque nadie aceptaba trabajar conmigo”, dice Muluken.

En ese momento, Iris también trató de trabajar fuera de casa, pero lo que ganaba no le alcanzaba para cubrir gastos básicos como comida y vivienda. “Nos enfrentamos a tantos problemas. Ni siquiera pudimos enviar a nuestros hijos a la escuela. Recibía USD trabajando como jornalero. La cantidad no alcanzaba para los gastos diarios y el alquiler ”, testifica el cristiano.

Según Iris, había noches en las que los niños no tenían qué comer y cada vez era más difícil comprar agua, jabón y pan. “Hubo momentos en que rogaba en las tiendas que me dieran comida y artículos para el hogar”, recuerda con lágrimas en los ojos. Entonces, fue derrotada por los problemas que solo parecían aumentar.

En ese momento, Muluken pidió dinero prestado a algunos amigos musulmanes y luego recibió una oferta para convertirse al Islam. Prometieron enviar a Iris y sus hijos al extranjero y aún así comprar tierras para el cristiano. 

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